sábado, junio 23, 2007

La ciudad de los inmortales

La novedad prima sobre cualquier otra cualidad en la blogosfera. Este post, por diversas razones, nace viejo y casi moribundo: recoge algo aparecido en BLDGBLOG hace la friolera de cinco días. Una eternidad en el mundo 2.0. Pero no querría dejarlo pasar:

1) Michelle Lord recrea en su proyecto "City of the Inmortals" la milenaria y secreta ciudad que Marco Flaminio Rufo, tribuno militar de Roma y protagonista del relato de Jorge Luis Borges "El inmortal", encuentra en su periplo a través del desierto.

Borges: "Emergí a una suerte de plazoleta; mejor dicho, de patio. Lo rodeaba un solo edificio de forma irregular y altura variable; a ese edificio heterogéneo pertenecían las diversas cúpulas y columnas. Antes que ningún otro rasgo de ese monumento increíble, me suspendió lo antiquísimo de su fábrica. Sentí que era anterior a los hombres, anterior a la Tierra. Esa notoria antigüedad (aunque terrible de algún modo para los ojos) me pareció adecuada al trabajo de obreros inmortales. Cautelosamente al principio, con indiferencia después, con desesperación al fin, erré por escaleras y pavimentos del inextricable palacio. (Después averigüé que eran inconstantes la extensión y la altura de los peldaños, hecho que me hizo comprender la singular fatiga que me infundieron.) Este palacio es fábrica de los dioses, pensé primeramente. Exploré los inhabitados recintos y corregí: Los dioses que lo edificaron han muerto. Noté sus peculiaridades y dije: Los dioses que lo edificaron estaban locos. Lo dije, bien lo sé, con una incomprensible reprobación, que era casi un remordimiento, con más horror intelectual que miedo sensible."


"A la impresión de enorme antigüedad se agregaron otras: la de lo interminable, la de lo atroz, la de los complejamente insensato. Yo había cruzado un laberinto, pero la nítida Ciudad de los Inmortales me atemorizó y repugnó. Un laberinto es una casa labrada para confundir a los hombres; su arquitectura, pródiga en simetrías, está subordinada a ese fin. En el palacio que imperfectamente exploré, la arquitectura carecía de fin. Abundaban el corredor sin salida, la alta ventana inalcanzable, la aparatosa puerta que daba a una celda o a un pozo, las increíbles escaleras inversas, con los peldaños y balaustrada hacia abajo. Otras, adheridas aéreamente al costado de un muro monumental, morían sin llegar a ninguna parte, al cabo de dos o tres giros,en la tiniebla superior de las cúpulas. Ignoro si todos los ejemplos que he enumerado son literales; sé que durante muchos años infestaron mis pesadillas; no puedo saber ya si tal o cual rasgo es una transcripción de la realidad o de las formas que desatinaron mis noches. Esta Ciudad (pensé) es tan horrible que su mera existencia y perduración, aunque en el centro de un desierto secreto, contamina el pasado y el porvenir y de algún modo compromete a los astros. Mientras perdure, nadie en el mundo podrá ser valeroso o feliz. No quiero describirla; un caos de palabras heterogéneas, un cuerpo de tigre o de toro, en el que pulularan monstruosamente, conjugados y odiándose, dientes, órganos y cabezas, pueden (tal vez) ser imágenes aproximativas."


(El extracto del relato está tomado de aquí)

2) ¿Tiene sentido dar forma material a una especulación literaria, a una creación fantástica que pertenece más al plano de la metáfora o del sueño que al de la arquitectura? ¿No anula esta representación las infinitas posibilidades que las palabras de Borges pueden provocar en la imaginación, reduciéndolas a una única y necesariamente insuficiente interpretación? No hay que ser tan negativo: la recreación se ha realizado aquí con cuidado y sensibilidad, las imágenes son muy sugerentes. Disfruto viéndolas. Es tan sólo una de las miles de visiones posibles de la terrible ciudad de los inmortales. Aunque, como no podía ser de otra manera, no es mi ciudad de los inmortales.


3) Al ver la obra de Michelle Lord, me vienen a la mente al instante las "Ciudades Invisibles". ¿Sería capaz la artista de hacer algo semejante con la obra de Calvino? Vierto con mi inglés torpe este pensamiento en los comentarios de BLDGBLOG. Al poco me sorprende la respuesta de la propia Michelle: 'Invisible Cities' is a future project I'm currently envisaging...can't wait to explore this text in plastic dimensions, in particular Thin Cities. Pequeños detalles como éste son los que hacen a uno adorar la blogosfera.

4) Una anotación rápida sobre la inmortalidad y sus efectos secundarios: para Borges, la vida eterna anula la individualidad del ser humano: en un plazo de tiempo suficientemente extenso, una persona habrá experimentado todas las posibilidades, asumido todos los roles. Un hombre será necesariamente todos los hombres. La personalidad es un mero accidente; un atributo circunstancial que se diluye con el tiempo. Traslademos esta idea al ente infinito por excelencia, Dios. ¿Puede un ser que no tiene ni principio ni fin, que siempre ha existido, adoptar una identidad concreta? ¿Le cabe otra opción que no sea asumir todas las posibilidades, diluirse en su propia creación? Dios sería todos los hombres, pero también todos los animales, las plantas, las piedras, las motas de polvo. El fuego y el árbol. Esta manzana a la que estoy a punto de hincarle el diente.

Books by its cover

Vuelvo (brevemente) al tema del valor del libro como objeto, más allá de su función como medio. Books by its cover es el blog de la ilustradora y diseñadora Julia Rothman; su objetivo: recopilar todos aquellos libros bonitos que llaman su atención, sobre todo en el ámbito de la ilustración, el diseño, el comic y la literatura infantil. El resultado: un buen recurso para descubrir libros originales y, para los que a veces nos sentimos tentados a escribir/diseñar/publicar algo (aun en plan casero), una inestimable fuente de inspiración (y de envidia). Ejemplos de lo que se puede encontrar:

Prince Silencio, Anne Herbauts


Big Questions, Anders Nilsen


Olle Eksel, PIE Books

lunes, junio 18, 2007

Materialismo romántico

1) Hipótesis: las velocidad a la que fluyen las ideas es inversamente proporcional a la velocidad con la que caen en el olvido (normalmente, para dejar paso a otras nuevas).

Puede que esta afirmación no sea totalmente cierta, pero al menos describe bastante bien la sensación que nos provoca esta sobredosis de información a la que nos vemos sometidos en nuestro día a día. No hay tiempo para digerir adecuadamente todo el input que recibimos: nuevas tendencias, nuevas músicas, nuevos artistas, nuevas corrientes de pensamiento, nuevos conceptos, toneladas de datos que deberían importarnos. La información, la creatividad, el arte: se liberan del soporte material para entrar con mayor facilidad en nuestra cabeza, convercernos / sorprendernos / impactarnos / emocionarnos de forma inmediata, y rápidamente salir por la puerta de atrás: hay que dejar sitio para el siguiente...

Aun siendo consciente de los riesgos que conlleva, no seré yo quien niegue las enormes posibilidades que ofrece esta sobreabundancia de información sin control, esta jungla de creatividad que es la red de redes. Pero tampoco será ésta la primera ni la última vez que abogue por una ralentización en nuestras tasas de consumo (y reproducción) de información. Aunque solo sea de vez en cuando, hay que pararse a seleccionar (renunciar, descartar, ignorar), a disfrutar sin prisas, a meditar pausadamente. A morderse la lengua (los dedos) tres veces antes de copiar, citar, enlazar.

Y si la ausencia de soporte material es sinónimo de la seducción y del vértigo que nos inspira la red, la reivindicación del soporte material es hoy casi un acto de rebeldía: una defensa de la vida a otra velocidad, más propia de la naturaleza humana que de las máquinas. Para algunos, un acto romántico; y para otros, quizá tan sólo un gesto snob; para muchos, en cambio, una necesidad. Reivindiquemos, en cualquier caso, el valor del objeto: el libro, el vinilo. (Fin del discurso. Aplausos)

2) Recupero de una vieja entrada de Bibliodissey este enlace a la colección de libros de artistas de la biblioteca de Queensland. El libro como objeto artístico y no como mero soporte; la lectura como una experiencia sensorial, o como juego. Mucho más que un puñado de bits.

- Little Red Riding Hood, Jan Hogan, 1992:



- Croajingolong, Sandi Rigby, 2003:


- Concrete poetry, Bernadette Crockford, 1996.

viernes, junio 15, 2007

Cupido y centauro

Ya conocía la impactante obra de Joel-Peter Witkin, pero nunca había visto este "Cupido y centauro":


¿Por qué me atrae tanto esta imagen?

miércoles, junio 13, 2007

Celluloid dreams...

Una recomendación: sal a pasear a la caída de la tarde, sin rumbo fijo, mientras escuchas "Celluloid dreams in digital times", un sugerente cóctel de música ambiental electrónica y acústica sabiamente seleccionada por Aeioux. La ciudad cambia de textura, se ralentiza...


Aeioux es el sobrenombre de Stefan Lewandowski, o lo que es lo mismo: el 50% del muy recomendable sello británico Type y el responsable directo del excelente apartado gráfico del mismo. Aparte de diseñador y músico. También es el culpable de que la página de Type sea tan endemoniadamente bonita, y de que uno se pueda tirar un largo rato jugando a combinar las estaciones y los colores (en el menú de la izquierda, arriba). ¿Algo más? Sí: Stefan también tiene una más que interesante colección de fotos en flickr. Definitivamente, un sujeto odioso.

lunes, junio 11, 2007

Paraíso

Suelta la maleta encima de la cama. Se acerca a la ventana, descorre la cortina. Contempla el bosque que se extiende infinito hacia el horizonte. Inspira lentamente, espira. Intenta olvidar (repasa pormenorizadamente) las gestiones del día, los pequeños errores, los kilómetros de carretera. Decide darse una ducha: el agua fría arranca la costra de las horas muertas, el humo de las conversaciones inanes. Luego, frente al espejo, despega de su cara la sonrisa falsa; con esfuerzo: está demasiado pegada.

Coge del bolso papel y bolígrafo y se tumba boca abajo en la cama, desnudo sobre la toalla. Escribe unas palabras, las primeras que se le pasan por la cabeza (las mismas que le han acompañado todo el día, durante las horas muertas, las conversaciones inanes, los kilómetros de carretera):

"El leopardo, finalmente, asume su derrota:abandona la selva y se encamina a la ciudad.
Llega al mediodía, el sol quema y la ciudad bulle con el ajetreo del mercado.
Se deleita largamente con los olores que se desprenden de las tiendas, de los templos y los prostíbulos;
recibe la caricia de un mendigo ciego;
admira los reflejos del atardecer sobre las cúpulas doradas;
la noche lo sorprende merodeando por los alrededores de la biblioteca.
Al amanecer, le dan muerte:
dormía entre las hojas de un improvisado lecho, en el jardín oriental, delante del museo."

Y luego hace lo de siempre. Dobla el papel cuidadosamente, en varios pliegues; incorporado sobre un costado, se inclina levemente para colocar el papel bajo la cama. Hace tiempo que dejó de ser una extravagancia para convertirse en una necesidad: dejar notas, poemas, pequeños dibujos anónimos; en cada hotel, en cada pensión; a veces, también, bajo el servilletero de la cafetería, en el servicio de la gasolinera. "Son como las botellas lanzadas al mar por el náufrago", piensa. "Pero en el mensaje no aparecen las coordenadas de ninguna isla desierta".

El cuerpo está cansado, el movimiento del brazo es torpe: el papel cae justo al borde de la cama. Se inclina un poco más y con algo de esfuerzo empuja el papel hacia el fondo, internando la mano en la oscuridad. Los dedos rozan algo allí: es otro pedazo de papel. Lo saca, es un folio doblado. Está escrito a mano, con una caligrafía delicada. Lee, excitado:

"Nunca nadie se había parado a pensar en qué habría detrás de aquella tapia, en la parte de atrás de la vieja casona abandonada. Un día decidimos trepar el muro y explorar. Echamos a suertes a quién le tocaría primero: no salí yo. El elegido trepó la tapia con apenas esfuerzo, era el más hábil de todos. Lo vimos incorporarse en lo alto, con pose triunfal, y mirar hacia el otro lado. Tenía el rostro iluminado. "¿Qué se ve?" "¿Hay algo?" Se dejó caer hacia el otro lado, sin decir una palabra. Nadie se atrevió a seguirle. Esperamos un rato. No regresaba. Al cabo de una hora nos fuimos. No volvimos a verle. Nunca comentamos a nadie cómo ni dónde desapareció.

Años más tarde leí que aún subsisten en la tierra fragmentos del paraíso terrenal, escondidos unos en lugares recónditos, ocultos otros bajo el disfraz de lo mundano. A veces, es suficiente con saltar el muro."

domingo, junio 10, 2007

Grandes momentos musicales del celuloide (III): Misirlou

Misirlou es recordada por muchos como la canción que abría Pulp Fiction: es difícil de olvidar el punteo hipnótico de la guitarra de Dick Dale explotando justo en el momento en que "Pumpkin" y "Honey Bunny" se deciden a asaltar el restaurante donde acaban de comer. Todo un acierto de Tarantino, especialista en crear pura iconografía pop combinando diálogos resultones, escenas impactantes y mucho, mucho tino a la hora de elegir la música.


Sin embargo, no es la primera película en la que aparece esta canción, por cierto, de origen griego y muy versionada a lo largo de la historia. En la película "A swingin' affair" de 1963 aparece el propio Dick Dale con sus Del Tones tocando su popular versión surf en directo. A destacar: la maravillosa habilidad del zurdo Dale con la guitarra, el baile desenfrenado de la rubia en primer plano y, sobre todo, la espectacular pachorra que exhiben todos y cada uno de los Del Tones. No sé si quedarme con el bajista o con el batería.

lunes, junio 04, 2007

Colección de aire (I): de la desaparición de la bella dama Egeria

¿Existe un destino más formidable que desaparecer entre las páginas de un libro? Tal fue lo que aconteció a la dama Egeria, amada del caballero bizantino Kosmas, si hemos de creer a Joan Perucho: pero cómo no creer una historia tan bella. Se podrá aducir que se trata en realidad de una metáfora; que hay muchas formas de ser atrapado, simbólicamente, por la literatura, o incluso por la lectura de un texto religioso como en el caso de Egeria. Qué duda cabe de que hay libros que absorben, que marcan, que transforman al lector. No obstante, no es esto lo que Perucho nos cuenta: la desaparición de la dama Egeria, si fuera metáfora, sería pura imagen: es inútil buscar un significado a la altura de esa ilusión, un sentido que no mate la poesía de esa eidola.

Así transcurre la historia: Kosmas conoce a la dama española Egeria en el transcurso de una de sus innumerables aventuras; la dama y el caballero se enamoran, pero la felicidad dura poco: pronto Egeria desaparece misteriosamente mientras lee la Didaché en su habitación, en compañía de una cigüeña mecánica amarilla y verde. Desesperado por la pérdida de la amada, Kosmas huye al desierto con objeto de cumplir penitencia. Allí se instala en lo alto de una columna; tiene como vecino a San Simeón el estilita, con quien mantiene eruditas conversaciones sobre teología; escribe varias vidas de santos; se alimenta de dátiles y agua de lluvia. Al cabo de dos años, Kosmas abandona el desierto y vuelve a la Península para reanudar la búsqueda de Egeria. Sus indagaciones no producen ningún fruto. El caballero se instala finalmente en Sevilla, donde se coloca como secretario de San Isidoro. En esta ciudad mantendrá un enfrentamiento con el diablo Arnulfo, del que saldrá victorioso con un admirable discurso sobre las virtudes teologales.

Kosmas vive después muchos años, sin envejecer; a pesar de ello, un día siente que ha llegado su hora. En el lecho de muerte, recibe un correo de Zaragoza: es un libro; el caballero ordena que lo abran: en el margen de una de las páginas encuentra a Egeria, bordando rosas azules en un bastidor; la dama le sonríe con lágrimas en los ojos; a sus pies, la cigüeña mecánica repite incansable “Kyrie eleison”.

“Kosmas besó el libro y luego, quedamente y en silencio, expiró”.


NOTA 1: Tomado del relato "La bella dama Egeria", de Joan Perucho.

NOTA 2: Más sobre desaparciones literarias, en Colección de aire: a modo de prólogo

sábado, junio 02, 2007

Dos anotaciones (más) sobre religión

1) Cuando hablo de religión con mis amigos creyentes, acabo pensando que acaso sea yo, perfecto ateo, quien tenga un mayor interés por el hecho religioso y sus implicaciones sociales y culturales. No pocos de los que se llaman a sí mismos cristianos tienen de creyentes tan sólo una leve pátina superficial: basta con rascar un poco para dar con un fondo esencialmente materialista, incrédulo, interesadamente selectivo en cuanto a la aplicación de preceptos y normas, y en general poco preocupado por todo lo que no sea el aquí y el ahora.

Tiendo a pensar que el pensamiento religioso permanece vivo en muchos de nosotros por mera inercia social. La religión es una creación cultural que nace con un clara función adaptativa: la idea de dios sirve para explicar el origen del universo y dotar de sentido a la vida, para calmar el miedo ante la muerte, para mitigar la desesperación ante lo insignificante y aleatorio de nuestro destino, y para justificar en última instancia la imposición de una moral y de un sistema político determinados. Una vez que surgen nuevos instrumentos culturales como la ciencia o la ética, que suplen estas necesidades humanas con mayor eficacia, la religión pierde su razón de ser.

Por ello, desde un punto de vista evolutivo, no es demasiado arriesgado establecer un símil entre la religión y un órgano vestigial como, por ejemplo, el apéndice. ¿Cuántos de nuestros conocidos conviven con las costumbres religiosas de igual forma que cargan con esa menuda prolongación del intestino? El apéndice es un elemento perfectamente inútil, testigo de una extinta funcionalidad del organismo propia de una etapa evolutiva anterior. Lo heredamos de nuestros padres, y aunque es un trasto que no sirve de nada, tampoco nos causa ninguna molestia. Hasta que se inflama.

2) Hoy, en El País, una interesantísma charla entre Fernando Savater (filósofo, profesor e improbable aventurero político) y José María Castillo (sacerdote y teólogo) sobre religión. El texto está cargado de citas potenciales, pero me quedo con esta bella reflexión de Savater:

"Amamos lo perecedero precisamente porque va a perecer; no amamos lo eterno, lo invulnerable, nadie ama el universo, todos sabemos que el universo se pasa muy bien sin nuestros cariños. Amamos a aquellas personas que quisiéramos perpetuar y no podemos; es su fragilidad lo que suscita nuestro amor. Y claro, Dios es lo contrario: la idea de amor a Dios, por ejemplo en el planteamiento tan hermoso de Spinoza, en su Ética, él habla del amor a Dios, que sólo puede ser un amor intelectual, no podemos esperar que Dios nos ame. Esa vinculación afectiva que introduce el cristianismo necesitaba que Dios hiciera una concesión a la carne, a la muerte, a la fragilidad, al temor, al abandono... Esa idea del Dios hecho hombre es una aportación de la religión cristiana, pero también un paso hacia la salida de la religión, porque en cuanto divinizamos la figura frágil, doliente, del hombre, estamos acercándonos a empezar a divinizar sencillamente al hombre, sin necesidad de lo sobrenatural. De ahí que algunos expertos como Marcel Roché hablen del cristianismo como de la religión para salir de la religión. Así que, para que la figura de Cristo adquiera toda su capacidad de identificación con nosotros, suprimámosle esa otra dimensión mágica que le aleja aún de nosotros."

La figura de Cristo como germen del ateísmo...