sábado, diciembre 16, 2006

El futuro era ayer

A estas alturas de siglo ya deberíamos andar todos por ahí embutidos en pijamas ajustados de colores chillones, disparando pistolas láser y conduciendo coches voladores.

Pero no.

El futuro no ha llegado. No se dejen engañar: nos han dado gato por liebre. ¿Quién necesitaba un ipod, un móvil con videocámara, un home cinema? Trastos inútiles, que nadie en su sano juicio compraría. Lo único que pedíamos era poder teletransportarnos a la otra punta del universo, contactar con gente exótica procedente de otros planetas, tener amigos (o enemigos) robots; qué menos que poder perdernos en algún suburbio asqueroso, entrar en un antro oscuro con un letrero de neón en japonés y pedir que nos hagan un ciberimplante para fardar delante de los amigos o sorprender a la parienta. No era tan difícil.

Empezamos a sentir nostalgia por cosas que nunca pasaron. Había muchos tipos de futuros posibles que, por un motivo u otro, no llegaron a cuajar (ni parece que lo vayan a hacer nunca), y que aún así (o precisamente por ello) nos resultan absolutamente entrañables: futuros eróticofestivos, futuros ye-ye, futuros terroríficos, futuros realmente inefables.

Hay quien parece que intenta reinventar alguno de esos futuros abortados, al menos en lo musical. O esa es la idea que me sugieren poderosamente algunos grupos, algunas canciones. Veo el video de "Supervitesse" de Mahogany, y me transporto automáticamente a un pasado reciente en el cual el futuro pintaba mucho mejor: más elegante, más limpio, más sixties.



Otro ejemplo: "Playgirl", de Ladytron: (maravilloso) abuso del sintetizador, motivos sesentones, algo de arqueología informática y unos enormes ojos azules.



Y, por último, "Come on, let's go" de Broadcast. Queda confirmado: el futuro es frío y aséptico; la gente, seria y distante; las miradas, perdidas, alienadas. Por supuesto, todo en blanco y negro y con interferencias. Nos gusta que sea así (nos hubiera gustado que fuera así). O a lo mejor es simplemente que Trish Keenan, tan adorable, con esa voz. Sí, quizá sea eso.

1 Comentario:

Carlos V dijo...

Es increíble la potencia que tiene la nostalgia. Recuerdo haber sentido nostalgia a mis 14 años sobre la música que escuchaba a los 12.
Saludos