Sobre Schulz
1) Recordar es buscar una forma para los fantasmas que pueblan nuestra memoria: dotarlos de un cuerpo, un rostro, una voz, un olor. Las palabras son peligrosas aliadas en esta tarea. Mientras más detallados, más precisos sean nuestros intentos de describir fielmente esos rostros y esos cuerpos y esas voces, más lejos estaremos de retener esa maraña de sombras huidizas: hasta el punto de que un recuerdo puede desvanecerse para siempre si intentamos encerrarlo en una forma que, a pesar de su aparente certeza, no es la que en esencia le corresponde. Sólo un uso poético de la palabra puede acercarnos a esta materia difusa y escurridiza, imposible de aprehender de otra manera. A menudo, la única vía para captar la esencia de la realidad es desentenderse de las normas y las ataduras que impone la propia racionalidad; es decir, desentenderse de la lógica del lenguaje cotidiano. La esencia de los recuerdos escapa siempre a nuestro raciocinio, pues se ubica en el territorio del ensueño y de la intuición; para llegar allí, y mirar (simplemente mirar), hemos de usar el lenguaje del sueño, o de la fiebre.
2) Es difícil escribir algo mínimamente valioso sobre Bruno Schulz. Difícil porque en el fondo es innecesario, si no directamente imposible: a Schulz sólo cabe leerlo. Sus relatos gozan de ese estado de ensueño, de fiebre, que permite asomarnos más allá de la realidad cotidiana y captar ese algo más. Es inútil explicar las metáforas contenidas en su obra, pues no son metáforas: son imágenes puras, estampas alucinadas de un espacio interior, de unos recuerdos oscurecidos por el tiempo y que no podrían ser recuperados de otra forma. Hemos de respetar a Schulz cuando dice:
"Yo creo que cuando se quiere racionalizar la visión de las cosas que encierra una obra de arte se desenmascara a los actores, se pone fin al juego, se empobrece la obra. No es que el arte sea un logogrifo con clave y la filosofía el mismo logogrifo que habría encontrado la respuesta. La diferencia es más profunda. En una obra de arte, el cordón umbilical que la conecta con el conjunto de nuestros problemas no está aún cortado, la sangre del misterio circula aún por él, los vasos sanguíneos sumergen sus extremidades en la noche ambiente y retornan colmados de un líquido oscuro. En una interpretación filosófica no queda más que un esquema aislado del conjunto."
3) Tin Hat se han inspirado en la obra de Schulz para componer su último disco, The Sad Machinery of Spring. La música de Tin Hat es melancólica, apacible, evocadora... pero también compleja, fragmentada, poblada de rendijas que se abren a la improvisación y a lo inesperado. Pequeñas fracturas que, asomándose a través de la belleza más o menos convencional de las composiciones, dejan entrever otra belleza, más extraña, más pura, más real. Creo que no podría exisir un mejor acompañamiento musical a la obra de Schulz.
4) Mis ejemplares de "Las tiendas de canela fina" y "El sanatorio de la clepsidra" se encuentran a unos cuantos miles de kilómetros de distancia de donde me hallo. Dejaré pasar por tanto el impulso inicial de poner alguna cita textual (ya habrá otras ocasiones y otras excusas para volver a Schulz), y me limitaré a recopilar un par de enlaces: una breve selección de textos y dibujos del escritor; y una magnífica entrada del Giornale Nuovo. Navegando a partir de ahí, el lector curioso podrá encontrar, sin duda, más de lo que espera.
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