Colección de aire: a modo de prólogo
Hace poco dediqué algunos posts a la función de la literatura y, más específicamente, del género fantástico como refugio, bálsamo o vía de escape de la realidad. Cité algunos párrafos de Cortázar, Cavino y Cunqueiro para mostrar una idea: la necesidad del ser humano de abandonar, aunque sea por unos momentos, las rígidas estructuras mentales que nos permiten deselvonvernos en un mundo real infinitamente complejo y cambiante, y dejarnos llevar a un mundo más libre (porque ofrece la posibilidad de romper la atadura de esas estructuras lógicas) y al mismo tiempo más acogedor (por ser un mundo lineal, finito, abarcable y comprensible en su totalidad): el mundo de los libros.
La metáfora que resume todo lo anterior es tan simple como poco original: mediante la lectura uno puede desaparecer por un rato, perderse entre las páginas, huir de la realidad. Desde hace un tiempo, me viene interesando la idea de dar un paso más allá, de superar esta imagen común para explorar otras posibilidades literarias de la desaparición. Intentaré explicarme. En el transcurso de mis lecturas (de mis evasiones) me he encontrado a menudo con personajes que desaparecen, se desvanecen, se esfuman, huyen de una forma u otra del pequeño mundo creado por la propia obra literaria, desafiando a menudo las leyes lógicas internas del relato, o demostrando que tales leyes, al contrario de lo que el lector podría imaginar en un principio, eran simplemente un espejismo. Me apetece jugar con esta idea de la desparación literaria.
Bajo el título de "Colección de aire" (que tomo prestado de Calvino y su "Colección de arena") pretendo recoger algunas de las desapariciones que he podido recopilar hasta el momento. Principalmente, lo hago con objeto de tener a mano todos estos casos y evitar que se acaben perdiendo en mi desordenada cabeza; no obstante, también tengo un cierto interés en enfrentar unas desapariciones con otras, y ver si del encuentro surgen nuevas ideas o se descubren conexiones, lazos, vínculos ocultos. Antes que todo esto quizá esté el simple impulso de coleccionar, primario e inevitable. De entrada cuento con una casuística cuanto menos diversa: pintores que huyen través de sus cuadros, damas que se evaden entre las páginas de viejos tomos, raptos feéricos, niñeras que se esfuman de improviso, señoras que se reducen hasta desaparecer por completo, filósofos cuya existencia se anula con un sólo acto intelectual, marinos que abandonan el relato por la puerta de atrás... Veremos por dónde va derivando la cosa.
NOTA 1: comencé esta serie tiempo atrás, en mi anterior blog. Por diversos motivos, sólo alcancé a escribir un capítulo, dedicado a Perucho y su relato sobre la Dama Egeria. Espero que la colección tenga esta vez, al menos, una cierta continuidad.
NOTA 2: la imagen de arriba muestra una obra de René Magritte, "The Future of Statues". Si ampliara la colección para abarcar obras no literarias, Magritte sería lógicamente uno de los primeros autores a añadir. La fotografía está tomada de aquí.
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