sábado, enero 13, 2007

Manifestación

Como probablemente sabrán mis queridos, silenciosos y razonablemente escasos lectores, la palabra idiota era utilizada por los griegos para denominar a aquellos ciudadanos que, permanentemente distraídos por las minucias de su vida privada, dejaban de lado los asuntos públicos, es decir, no intervenían en la política. Podemos hacernos una idea de la importancia que daban los griegos a la actividad democrática simplemente observando el tono despectivo e insultante que, aún hoy, y ya despojada de cualquier otro significado, conserva la palabra.

Desde que comencé "Tú nunca serás beatnik" unos meses atrás, he decidido de forma totalmente consciente dejar apartada la política de este humilde blog. Demasiados foros hay ya en la red para el debate ideológico, demasiado viciado el ambiente político como para permitir que esta casa, destinada principalmente al ejercicio de un sano hedonismo intelectual, se viera manchada por las toneladas de mugre que algunos pretenden verter estos días sobre nuestra democracia. No pongo enlaces para mostrar lo que digo: a estas alturas todos conocéis de qué clase de personajes hablo; creo además que han tenido demasiada publicidad gratuita en los últimos años los vertederos ideológicos de la red.

Sin embargo, hoy, al ponerme a escribir un post sobre el ateísmo a partir de un interesante artículo de Edge, he empezado a sentirme como un idiota: no es momento de hablar de dioses, creencias irracionales y otros divertimentos peregrinos. La situación política ha alcanzado hoy una de sus cotas más bajas en mucho tiempo, cosa difícil de creer ya que el listón estaba en un nivel prácticamente subterráneo. La realidad duele, se hace necesario opinar.

El desacuerdo de la clase política española ante un atentado terrorista, ante el asesinato de dos ciudadanos, es algo incomprensible en una democracia sana. Esta situación insólita, este enfrentamiento inaceptable en el que se han instalado no sólo los partidos sino también una parte de los ciudadanos que los apoyan, sin duda marcará de vergüeza el futuro recuerdo de esos días. La división de la sociedad es probablemente el mejor regalo que entre todos podíamos hacer a los terroristas, únicos culpables (¿habrá que repetirlo más veces?) del ruin atentado de Barajas.

Sin embargo, una vez reconocidos los errores, irresponsabilidades, torpezas y meteduras de pata en los que hayan podido incurrir los diversos personajes que pueblan nuestra clase política, es necesario reconocer el grado de responsabilidad particular de cada uno de ellos ante esta patética situación. No vale aquí la equidistancia, como bien señala Nacho Escolar, como un intento de simular una pretendida imparcialidad. Mi opinión en este sentido es clara: la surrealista postura del PP ante la manifestación de hoy en Madrid no tiene parangón con ninguno de los errores que haya podido cometer el gobierno, ni siquiera con la incomprensible falta de rotundidad de Zapatero en los días posteriores al atentado. Lo de hoy es el perfecto colofón de esa política de "cuanto peor, mejor" con la que nos han venido obsequiando Rajoy y adláteres en los últimos años. Han llegado al límite.

No hay justificación para su estruendosa ausencia de la manifestación, Sr. Rajoy, por más que busque explicaciones imposibles e intente irrisorias piruetas dialécticas. Ustedes no son idiotas (ojalá abandonaran la clase política para dejar paso a otros más capaces), son hipócritas. Se han querido colocar ante la sociedad como las víctimas de esta lamentable situación. Están completamente equivocados: las únicas víctimas son ellos: Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio. Precisamente por ellos, muchos esperamos que la ciudadanía dé hoy un lección de democracia a esta clase política que nos ha tocado sufrir. Y deseamos, o mejor, exigimos, que la clase política reflexione en consecuencia. Desde aquí, todo nuestro apoyo a la manifestación de esta tarde.

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