sábado, enero 20, 2007

Hojeando el moleskine de William Blake

1) Leo a William Blake: "Debo crear un sistema o ser esclavizado por el de otro hombre". Repito la frase en mi cabeza, hay que algo chirría. Es esa terrible asociación entre sistema y esclavitud. Parece que el poeta quisiera decir: "seré esclavizado, bien por mi propio sistema, bien por el de otro hombre"; o: "prefiero ser esclavo de mí mismo antes que ser el esclavo de otro".


Esclavo, al fin y al cabo: la libertad absoluta implicaría acabar con cualquier rastro de sistema.

(H)ojeo el ejemplar de "El matrimonio del cielo y del infierno" que me regaló mi hermano hace ya unos cuantos meses. Lo tengo en la cola de las lecturas pendientes; hay otras que llegaron más tarde y se han colado impunemente, pero entiendo que Blake no es para leerlo en cualquier momento. Observo la reproducción de las láminas originales, donde el texto se entrelaza con imágenes a un tiempo ingenuas y perturbadoras; es la obra de un loco o de un iluminado. Pienso: quizá Blake escapó finalmente de los demás hombres para construir su propio sistema, su propia cárcel; quizá, a diferencia de los demás, vivió su cautiverio en un inmenso y fastuoso palacio. Es un pensamiento tan precipitado como terriblemente cursi, lo reconozco: será convenientemente juzgado en su momento, cuando me haya sumergido en la obra del "más grande artista que ha producido Gran Bretaña".

2) Me entero por Biblioddysey de que la British library ha añadido el cuaderno de notas de Blake a su magnífica colección "Turning the pages". Entre todas las obras publicadas, mi favorita sigue siendo la edición manuscrita de Alicia, con las entrañables ilustraciones originales del propio Lewis Carroll.

Hojeo (virtualmente) el "moleskine" de Blake. Me fascina el concepto de "Turning de pages": reproducir el movimiento de las páginas, simular el acto de leer el manuscrito tal y como si estuviera en nuestras propias manos. Algo tan innecesario como inexplicablemente satisfactorio: ¿acaso no nos basta con una buena reproducción, página por página, de cada obra? ¿Por qué nos resulta atractivo el truco pueril de deslizar las hojas a golpe de ratón?

Es curioso: los profetas anunciaban que a estas alturas sólo nos importaría la información, en su estado más puro y esencial: la era del soporte habría quedado atrás: los datos (textos, músicas, imágenes) fluirían por la red libres por fin de su pesada carga material, como el alma inmortal liberada de las ataduras del cuerpo terrenal. Se equivocaban, como siempre: en la época de los ebooks seguimos embobándonos ante los escaparates de las librerías, babeando delante todos esos libros maravillosamente editados que se nos insinúan desde los expositores. Los discos de vinilo vuelven a ocupar su hueco en la estantería, independientemente de que tengamos el disco duro rebosante de mp3. Y qué decir de los moleskines: siguen dando mejor resultado que cualquier pda a la hora de escribir poesía barata en un café. Somos incorregiblemente superficiales. O quizá sea otra cosa. En la era de la pornografía digital, entre descarga y descarga nos sigue apetenciendo de vez en cuando acariciar, oler, morder un cuerpo de verdad...

1 Comentario:

Anónimo dijo...

A cada ariticulo que leo me apetece poner un comentario, algo que decir, algo que objetar...
Pero que puedo decir si lo dices todo y todo lo que dices es verdad.

7.