lunes, junio 18, 2007

Materialismo romántico

1) Hipótesis: las velocidad a la que fluyen las ideas es inversamente proporcional a la velocidad con la que caen en el olvido (normalmente, para dejar paso a otras nuevas).

Puede que esta afirmación no sea totalmente cierta, pero al menos describe bastante bien la sensación que nos provoca esta sobredosis de información a la que nos vemos sometidos en nuestro día a día. No hay tiempo para digerir adecuadamente todo el input que recibimos: nuevas tendencias, nuevas músicas, nuevos artistas, nuevas corrientes de pensamiento, nuevos conceptos, toneladas de datos que deberían importarnos. La información, la creatividad, el arte: se liberan del soporte material para entrar con mayor facilidad en nuestra cabeza, convercernos / sorprendernos / impactarnos / emocionarnos de forma inmediata, y rápidamente salir por la puerta de atrás: hay que dejar sitio para el siguiente...

Aun siendo consciente de los riesgos que conlleva, no seré yo quien niegue las enormes posibilidades que ofrece esta sobreabundancia de información sin control, esta jungla de creatividad que es la red de redes. Pero tampoco será ésta la primera ni la última vez que abogue por una ralentización en nuestras tasas de consumo (y reproducción) de información. Aunque solo sea de vez en cuando, hay que pararse a seleccionar (renunciar, descartar, ignorar), a disfrutar sin prisas, a meditar pausadamente. A morderse la lengua (los dedos) tres veces antes de copiar, citar, enlazar.

Y si la ausencia de soporte material es sinónimo de la seducción y del vértigo que nos inspira la red, la reivindicación del soporte material es hoy casi un acto de rebeldía: una defensa de la vida a otra velocidad, más propia de la naturaleza humana que de las máquinas. Para algunos, un acto romántico; y para otros, quizá tan sólo un gesto snob; para muchos, en cambio, una necesidad. Reivindiquemos, en cualquier caso, el valor del objeto: el libro, el vinilo. (Fin del discurso. Aplausos)

2) Recupero de una vieja entrada de Bibliodissey este enlace a la colección de libros de artistas de la biblioteca de Queensland. El libro como objeto artístico y no como mero soporte; la lectura como una experiencia sensorial, o como juego. Mucho más que un puñado de bits.

- Little Red Riding Hood, Jan Hogan, 1992:



- Croajingolong, Sandi Rigby, 2003:


- Concrete poetry, Bernadette Crockford, 1996.

5 Comentarios:

Anónimo dijo...

[Ovación cerrada]

Anónimo dijo...

Por un lado los vinilos... por el otro, comprar canciones a traves de iTunes.

Que acaso la gente no extraña el soporte físico de lo que consume?.

Deikakushu dijo...

Hola, llegue por casualidad y me encantó tu blog. Te voy a enlazar si no te importa ;)

Jesús S. dijo...

- Juanjo: (reverencia hasta dar con la cabeza en el suelo)

- cromosoma!: a mi la verdad es que el mp3 me parece un invento magnífico, me permite conocer montones de grupos y escuchar música en cualquier parte. Pero si un disco me gusta realmente, quiero tenerlo en un soporte físico, máxime si la presentación es buena. Cuando pones un vinilo parece que lo escuchas con mayor atención, implica un ritual y una dedicación que se pierde con el mp3. A lo mejor es que estoy chapado a la antigua. Como ejemplo, lo último que he comprado:

http://www.typerecords.com/releases/full.php?id=10

- deikakushu: me alegra que te guste, un placer que me enlaces.

Saludos!

Anónimo dijo...

Tienes razón: frente a la sobreabundancia de información se impone la selección. Pero uno luego nunca lo hace, a veces salta de un texto a otro sin control. Como mucho se guarda algún enlace con la intención de examinarlo después más detenidamente..., lo que luego nunca hace. La selección es la asignatura pendiente.